Mazatlán se abastece de agua superficial proveniente de presa Picachos, la cual cuenta con una concesión de 90 millones de m3 anuales, lo que implica una disponibilidad diaria para el municipio de 247,000 metros cúbicos en base a esta concesión, y una disponibilidad diaria de 187,000 metros cúbicos de acuerdo a producción de potabilizadoras Miravalle y Horcones. Esto significa que a cada mazatleco corresponde una dotación promedio de 287 litros/día.
Sin embargo, de acuerdo con la Ing. Yaskara Ramírez Reséndiz, jefa de saneamiento de Jumapam, en su participación en el Foro Retos de la Seguridad Hídrica Urbana: Caso Mazatlán, tras los fenómenos Nora y Pamela, la presa Picachos recibe actualmente alrededor 500 gramos/m3 de lodo, los cuales son imposibles de remover por completo a través del sistema de potabilización.
El cambio climático, el azolvamiento progresivo de ríos y presas, el incremento en la demanda agrícola del Distrito de Riego 111 y la contaminación a causa del aumento en la actividad minera en el Estado ponen en gran riesgo la seguridad hídrica de Sinaloa.
De acuerdo con Sandra Guido, directora de Conselva, Costas y Comunidades A.C., el uso de suelo en la cuenca determina la producción y calidad de agua del río Presidio, ya que la erosión y degradación de la subcuenca Presidio provoca la pérdida de suelo, por lo que se producen entre 0.2 y 31 toneladas de sedimento por hectárea al año. Además, la presa Picachos no cuenta con un mecanismo de desazolve, por lo que año con año se reduce su capacidad de almacenamiento de agua.
Ante este panorama, la infraestructura verde (suelo y vegetación) es la mejor forma de alcanzar la seguridad hídrica y mejorar la calidad del agua, pues la cobertura vegetal permite que se recargue el manto friático y se filtre el agua de los escurrimientos superficiales, que eventualmente llega a los ríos y a la presa con menor cantidad de sedimento, de manera que tras pasar por los filtros de las plantas potabilizadoras brinda agua más clara y limpia.
Por otro lado, a nivel de infraestructura gris (tuberías, presas, canales, etc.)también existen múltiples retos, pues muchas de las líneas de conducción y la red hidrosanitaria han llegado al fin de su vida útil, lo que provoca pérdidas enagua potabilizada por fugas en la red hidráulica y presencia de residuos en la red de drenaje. En el trienio anterior se sustituyeron 230 km lineales de tuberías de diferentes diámetros, aseguró Ramírez Reséndiz.
De igual manera, el desarrollo económico ha traído un crecimiento inmobiliario y turístico a Mazatlán, lo que implica otro reto para el abastecimiento de agua en el municipio. Este año, Jumapam reforzó con el acueducto Picachos-Miravalles, asegurando factibilidades domésticas, comerciales e industriales por 30-40 años; sin embargo, es necesario generar convenios con los desarrolladores de vivienda que permiten el uso responsable del recurso.
Finalmente, de acuerdo con expertos, la Ley de Agua Potable y Alcantarillado del Estado de Sinaloa presenta limitaciones para tema de descargas de aguas residuales, por lo que en el marco del Foro Retos de la Seguridad Hídrica Urbana se planteó la necesita de impulsar una actualización de la ley o desarrollar un reglamento que permita el réuso de agua tratada de manera impositiva para actividades de uso indirecto, sistemas de pre-tratamiento obligatorios en usuarios comerciales e industriales y modificaciones en límites permisibles de descargas comerciales e industriales.
Los retos para Mazatlán son grandes, la situación actual es una clara señal alerta que urge a la colaboración entre sociedad y gobierno. El crecimiento del desarrollo urbano representa un incremento en la demanda de agua y de no tomar acciones pronto podríamos enfrentar una escasez de agua como nunca antes. ¡Aún estamos a tiempo!