Agua y Desarrollo Económico

¿Qué le pasaría a nuestra economía si no tuviéramos agua?

¿Qué le pasaría a nuestra economía si no tuviéramos agua?

Cuando pensamos en el agua y su papel en nuestra vida cotidiana, lo primero que se nos viene a la mente es que la necesitamos para beber, para nuestra higiene, y hasta para uso recreativo, pero ¿cuántas veces nos hemos puesto a pensar hasta qué punto la necesitamos para nuestro bienestar económico y social? 


El agua no es solamente nuestro recurso más valioso, sino también el más escaso. Y aunque pareciera que la vamos a tener a nuestra disposición para siempre, la realidad es un poco más cruda. Sólo 2.5% del agua en el planeta es dulce, y de esa cantidad, menos del 1% está disponible para el consumo de uso humano y ecosistemas.

El desarrollo económico del mundo depende de esta pequeña cantidad de agua disponible. Tres de cada cuatro empleos dependen -en mayor o menor medida- de la disponibilidad de agua, por lo que la escasez de agua potable y el acceso a ella, provocan una limitación en el crecimiento económico. De los 1,500 millones de trabajadores en el planeta, 50% está empleado en ocho de los sectores económicos que dependen en mayor medida del agua: agricultura, bosques, pesca, energía, producción con uso intensivo de recursos, reciclaje, construcción y transporte (Agua y Empleo, Informe de las Naciones Unidas Sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo 2016).

En México tenemos tan sólo 450,828 millones de m3 de agua renovable total, es decir, el volumen máximo de agua que es posible explotar cada año sin alterar el ecosistema. Este volumen equivale a cubrir el país con 23.2 cm de agua, lo cual no es mucho. Desafortunadamente, el agua no se distribuye de manera homogénea: las regiones con la mayor población y actividad económica son las que tienen menor disponibilidad de agua. 

Así tenemos que las regiones sur y sureste del país que cuentan con el 67% del agua renovable, albergan tan sólo al 23% de la población cuyas actividades económicas en conjunto aportan el 18% al PIB. Por el contrario, en las regiones norte, centro y noreste del país, con tan sólo el 33% del agua renovable, albergan al 77% de la población, que en conjunto aporta el 82% al PIB del país. Estas regiones ejercen un grado de presión sobre sus recursos hídricos catalogado como ALTO. 

En gran medida, el elevado grado de presión sobre los recursos hídricos se debe a que en estas regiones se desarrollan principalmente actividades agropecuarias. En promedio, de cada 100 litros de agua, 76 se destinan a uso agropecuario, haciendo de este sector económico el de mayor uso de agua, pero también uno de los que más empleos genera en el país. En 2017, la población ocupada en actividades primarias (agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca), fue de 7.06 millones (Inegi 2017 d).

En el caso de Sinaloa, destinamos el 94% del agua disponible al sector agrícola (CONAGUA, 2017), lo que significa que sólo contamos con un 6% disponible para abastecer a la población y otras actividades productivas. Esto coloca a Sinaloa como una entidad altamente vulnerable a la falta de agua. En caso de que hubiera una reducción significativa en el agua disponible, estarían en riesgo más de 230 mil empleos que se sostienen gracias a las actividades agropecuarias.

El crecimiento económico del sur de Sinaloa dependerá de la disponibilidad de agua que tengamos para sustentarlo. Tan sólo en Mazatlán, se tiene proyectado un incremento del 200% en el número de cuartos de Mazatlán, a los que se suma un crecimiento no menos importante de la actividad inmobiliaria. Mazatlán se prepara para convertirse en un polo de desarrollo económico con la diversificación hacia actividades industriales, portuarias, comercio, además de pesquera y agropecuaria. Para abastecer esta enorme demanda de agua por parte de la población y todos los sectores económicos, sólo tenemos una fuente de abastecimiento de agua: la presa Picachos.

¿Será suficiente el agua de la Presa Picachos para el crecimiento económico proyectado para los próximos años?. Difícilmente. De la presa Picachos sólo podemos extraer 17 m3/seg, y de éstos, 14 m3/seg son para la agricultura y 3 m3/seg para uso público urbano, es decir, es lo que tenemos para el crecimiento inmobiliario, turístico, industrial y comercial proyectado.  Hoy, la JUMAPAM ya está empleando este volumen de agua para el Mazatlán actual, por lo que cualquier ampliación a este volumen, tendrá que afectar la dotación agrícola.

No podemos ampliar este volumen de extracción, porque está calculado para mantener un equilibrio con respecto al aporte del río Presidio. Debemos recordar que las presas no producen agua, sólo la almacenan. El agua se produce en la cuenca.

Desgraciadamente, las cuencas de los ríos Presidio y Baluarte, únicas fuente de agua disponibles para el sur de Sinaloa, están degradándose y cada vez captan menos agua. La deforestación y las malas prácticas agropecuarias están reduciendo la captación de agua de lluvia, lo que provoca que el caudal de los ríos sea cada vez más escaso y por lo tanto, su aporte a la presa Picachos es menor.

Nuestros acuíferos ya tienen signos de sobreexplotación. La falta de regulación y vigilancia en el uso del acuífero del río Baluarte provocó que en tan sólo cinco años, este acuífero pasó de tener una disponibilidad de 34 millones de m3 a estar sobreexplotado, con un déficit de 32.7 millones de m3.

En este contexto de por sí delicado, ya empezamos a sufrir los efectos del cambio climático que afectarán profundamente la disponibilidad de agua para Sinaloa. En un escenario favorable (RCP 6.0), para el período 2015- 2039 tendremos:

  1. Incremento de la temperatura máxima del aire de 1.4 Cº, lo que aumentará la evaporación del agua almacenada en presas.
  2. Reducción del 10% en la precipitación, es decir sequías extremas, por lo que se reducirá el aporte de agua a las presas y la recarga al manto freático. Esto ya lo estamos viviendo: según la CONAGUA, al 15 de noviembre del 2020, Sinaloa presenta una sequía anormal, con el 94% del estado seco.
  3. Cambios en el patrón de precipitación, es decir lluvias torrenciales en unos lados y sequías en otro; establecimiento tardío de la época de lluvias etc.
  4. Incremento en el número e intensidad de huracanes.

*Cita: Salinas Prieto, J. A., G. Colorado Ruiz y M. E. Maya Magaña. Cap. 2. Escenarios de Cambio Climático para México (2015). En: Arreguín Cortés, F. (coord). Atlas de vulnerabilidad hídrica en México ante el cambio climático. Instituto Mexicano de Tecnología del Agua. Jiutepec, Mor. pp 42 – 70

Todos estos cambios ponen en peligro ecosistemas vitales para la producción y conservación del agua, lo que hace que la calidad y cantidad de agua dulce se vea muy afectada. 

Los efectos del cambio climático se acentuarán en las zonas con rápidos procesos de urbanización, como lo es en este momento Mazatlán; sin dejar de lado los impactos en el medio rural, que podrían derivar en el desplazamiento de las zonas de cultivo y, por consiguiente, afectar la economía de  la población rural, poniendo en riesgo la alimentación de todos.

El agua es vida, empleo y nuestro futuro

Guy Ryder, director general de la Organización Internacional del Trabajo y presidente de ONU-Agua, declara lo siguiente: “El agua es empleo: para garantizar una gestión segura de este recurso se precisan trabajadores y, al mismo tiempo, el agua genera actividad y mejora las condiciones laborales. Si queremos construir juntos un futuro sostenible, debemos lograr que el empleo en el sector del agua sea decente y que el agua, de la que todos dependemos, sea un recurso seguro”.

Captación de lluvia

Como ya vimos, tan solo en nuestro estado, miles de empleos dependen del agua. Es por ello que es fundamental invertir en el agua. Esto incluye el invertir en la infraestructura verde que capta el agua de lluvia, así como en mejorar la eficiencia en la conducción, distribución y saneamiento. Un estudio realizado en América Latina apunta que invertir 1.000 millones de dólares en el desarrollo del abastecimiento de agua y el saneamiento se traduciría en la creación de 100.000 empleos.

Aún hay mucho por hacer

Asegurar la disponibilidad y calidad del agua para la sociedad y la economía es el mejor legado que podemos dejar para los sinaloenses del futuro. Esto requiere que desde hoy trabajemos para 1) Incrementar la oferta de agua mejorando la infraestructura verde que la capta; 2) vigilar y prevenir que no se contamine para proteger nuestra salud; 3) reducir gradualmente la demanda de agua de la población y de los sectores productivos y 4) construir un agenda común por el agua entre ciudadanos, sectores económicos y gobierno. 

Aunque el cambio climático es inevitable, podemos prepararnos y cambiar muchas cosas para mitigar sus efectos. Un primer paso muy importante para ayudar es informarse, porque una sociedad informada es poderosa. ¡No te pierdas nuestro blog mensual en donde te diremos qué puedes hacer y te unas a la acción!.

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